Una habitación propia
Últimamente, todo mi ser resuena con la poderosa idea de Virginia Woolf (1882- 1941), sobre la necesidad de que toda mujer tenga una habitación propia; dinero y una habitación propia para poder escribir novelas.
Dejando de lado la posible contradicción que surge entre las ideas expresadas por Virginia Woolf en el ensayo que recopila dos conferencias dictadas por ella en 1928 y que se presenta ahora en el libro “Una habitación propia”, y el contexto mismo de la autora, quien experimentó la libertad financiera de tener sus necesidades básicas resueltas sin depender de un hombre, para dedicarse a la actividad intelectual, me gustaría citar de manera textual, algunos apartes del texto, que a pesar de haberse escrito a finales de los años 20´s, siguen cuestionando cien años después.
Citas textuales:
- “En la constitución humana, siendo lo que es – corazón, cuerpo y cerebro mezclados, y no contenidos en compartimentos separados, como sin duda será el caso dentro de otro millón de años-, una buena cena es muy importante para una buena charla. No se puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no se ha cenado bien”.
- “Realmente, pensé, guardando las monedas en mi bolso, es notable el cambio de humor que unos ingresos fijos trae consigo. Ninguna fuerza en el mundo puede quitarme mis quinientas libras. Tengo asegurados para siempre la comida, el cobijo y el vestir. Por tanto, no sólo cesan el esforzarse y el luchar, sino también el odio y la amargura. No necesito odiar a ningún hombre; no puede herirme. No necesito halagar a ningún hombre; no tiene nada que darme. De modo que, imperceptiblemente, fui adoptando una nueva actitud hacia la otra mitad de la especie humana.”
- “Realmente, es un eterno misterio el porqué ninguna mujer escribió una palabra de aquella literatura extraordinaria, cuando un hombre de cada dos – parece – tenía disposición para la canción o el soneto. ¿en qué condiciones vivían las mujeres?, me pregunté; porque la novela, es decir, la obra de imaginación, no cae del suelo como un guijarro, como quizá ocurra con la ciencia.”
- “En realidad, si la mujer no hubiera existido más que en las obras escritas por los hombres, se la imaginaría una como una persona importantísima; polifacética: heroica y mezquina, espléndida y sórdida, infinitamente hermosa y horrible a más no poder, tan grande como el hombre, más según algunos. Pero esta es la mujer de la literatura. En la realidad, como señala el profesor Trevelyan, la encerraban bajo llave, le pegaban y la zarandeaban por la habitación”.
- “La libertad intelectual depende de cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual. Y las mujeres siempre han sido pobres, no solo durante doscientos años, sino desde el principio de los tiempos. Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía. Por eso he insistido tanto sobre el dinero y sobre el tener una habitación propia”.
Reitero que es un texto de hace un poco más de 100 años, y aún así, creo que es real y vigente la necesidad que tenemos las mujeres de darnos un espacio propio, trascendiendo la literalidad que sea para escribir novelas, si no, además o también, para pensar, sentir, descubrir y desarrollar cualquier actividad o proyecto que nos motive, inspire y que saque lo mejor de cada una. ! ¡Esa libertad de sentir que somos capaces!
Es de la esencia darnos prioridad, atender nuestras necesidades y darnos la oportunidad de entregar aquello que somos, con autenticidad, sin miedo a los resultados, y sin miedo al qué dirán.
Virginia Woolf (1882- 1941)
Foto: CordonPress, artículo National Geographic